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Un giovane guerriero giapponese di nome Kenshin, dopo aver perso un combattimento cruciale, vive nel terrore di fallire nuovamente.
Umiliato, si reca dal suo saggio maestro per chiedere aiuto:
Maestro, la paura mi paralizza. Come posso sconfiggerla?
Il maestro lo conduce in un giardino zen e gli mostra due piante:
Una piccola erba fragile, che il maestro strappa con facilità.
Un maestoso bambù, le cui radici profonde resistono a ogni tentativo di sradicarlo.
Poi spiega:
La paura è come quell’erba: se cerchi di combatterla, di estirparla con la forza, tornerà a crescere.
Il segreto è trasformarti in bambù: accogli la paura, lasciandola scorrere via senza permetterle di controllarti.
Solo così diventerà la tua forza.
Kenshin non comprende, così il maestro gli rivela il metodo dei 3 passi:
Riconoscila:
Quando senti la paura, fermati.
Dille: 'So che sei qui. Non ti ignoro, ma non mi controlli.
Ringraziala:
La paura è una guardiana. Ti avverte dei pericoli. Ringraziala per il suo servizio, poi dille:
'Ora lascia che agisca con coraggio.
Usala come carburante:
Trasforma la sua energia in concentrazione. Ogni tremito diventi determinazione, ogni
dubbio diventi focus.Il guerriero applica il metodo nel successivo combattimento:
Quando la paura lo assale, si ferma, respira e la riconosce.
Poi sussurra: Grazie per proteggermi. Ora fammi essere forte.
Infine, canalizza l’adrenalina in attenzione assoluta, vincendo con grazia.
La Lezione Chiave
La paura non è un nemico da annientare, ma un’energia da dominare.
Il vero coraggio non è assenza di paura, è l’azione nonostante essa.
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Un joven guerrero, atormentado por el miedo
antes de cada batalla, acudió a su maestro en busca de ayuda. "Maestro",
dijo con voz temblorosa, "tengo la espada más afilada y la armadura más fuerte,
pero cuando llega la hora de luchar, es mi corazón el que tiembla.
¿Cómo puedo vencer al miedo?"
El anciano lo miró con calma. como si ya hubiera escuchado esa pregunta mil veces antes.
Con voz serena le respondió:
Invita al miedo a tomar té contigo.
El joven frunció el ceño confundido. "¿Tomar té con mi enemigo?"
"Exacto,", dijo el maestro. Siéntalo a tu mesa, escúchalo.
Deja que te cuente sus advertencias, sus dudas. Y si todo sale mal, no lo insultes, no lo
expulses.
Solo míralo a los ojos y dile:
Quédate si quieres, pero yo saldré a luchar.
El joven obedeció. La noche antes de la próxima batalla, encendióuna lámpara, sirvió té y en silencio imaginó al
miedo frente a él.
Lo escuchó hablar :¿Y si pierdes? Y si no eres tan fuerte? y si el dolor es insoportable?.......
No lo interrumpió. Solo esperó hasta que las voces se calmaron y al final,
con una firmeza que nunca había sentido antes, respondió:
Puedes venir conmigo si quieres, pero no decidirás mis pasos.
A la mañana siguiente entró al campo de batalla con el corazón latiendo igual de rápido que siempre.
Pero algo había cambiado. El miedo seguía allí, pero ya no gobernaba.
El miedo ya no era un tirano oculto, era solo un invitado silencioso mientras él hacía lo que debía hacer.
Con los años, el joven entendió la lección más profunda del maestro.
La valentía no es ausencia de miedo, es aprender a caminar con él sin obedecerle.


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